Divido el coral, hasta que parezca un telar,
para recostarme en la arena, con tu cuerpo sobre el mar
flotando en esa nube efímera con sabor a sal,
disfrutando esa hamaca con aroma a te,
reventando las esquinas con cada vaivén,
aguantando tus caderas con la ayuda de mis pies
devorándote la boca con tudor y miel;
es así como me bebo este te,
con arena en las uñas y los ojos puestos en la cal
esperando traspasar la línea,
de un “te amo” al “no está mal”.
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