¿Los porteros?, ¿Que quienes son? Es fácil de responderlo, se les ve por doquier, “entacuchados” con lisas telas de lino, algodón y felpa, andando en zapatos (ya ni andando en ellos, son demasiado huevones) de pulcra imagen, que destellan su hedor de perfume fino en señal de seducción efímera, unos se llaman empresarios, otros licenciados, administradores, amos, regentes, jefes, guardias, guías, otros con mas osadía y atrevimiento se denominan líderes, emprendedores, capacitadores, cabecillas, adalides y hasta paladines. Pero el cancerbero de todos es tan egoísta con su nombre, egoísta y envidioso, si porque desea ese tipo de riqueza burguesa que poseen los ya mencionados, pero se pinta de tonos renacentistas ante ellos, aseverando que gracias a él estos tienen lo que tienen, vanagloriándose de estos logros pérfidos dictando reformas legales, tratados de libre comercio y enmoheciendo los ideales de otros que, como no tienen un caudal escandaloso, no pueden competir con tremendos monstruos organizacionales, ese excelente minotauro de este laberinto, el cancerbero de este excelso zaguán, este demonio del Dante guardando la esfinge infernal, este Agamenón pórtico tiene la ligereza de denominarse gobierno.
miércoles, 19 de enero de 2011
A Los Porteros (parte Final)
martes, 18 de enero de 2011
A Los porteros (parte 2)
Compañeros psicólogos, debo mencionarles que debemos ser fieles a una ilustración humana, digna de explotarse, siempre en bien de la naturaleza y de la humanidad, que dejemos de ser los apostatas de los bienes que recaen en los bolsillos del mancomunado avaro que inunda los pantanos de almas fervientes, de hombres mediocres y unos cuantos ilustres entre ellos, que se ilusionan con el reparto de utilidades o la ascensión de un puesto, respectivamente.
Feudo tecnológico, así lo llamo yo, a ese régimen empresarial carcomido por una falsa revolución ideológica, que no tiene ningún otro objetivo que el de seguir subordinando incautos que socaven los deseos pueriles de estos porteros (porque no pueden llamarse necesidades, estas mismas ya fueron aplastadas), lavado cerebral que se caracteriza en la compra – venta de sueños y enemistades, ya que la amistad y la imaginación no pueden ser compradas, ni mucho menos garantizadas por una aseguradora circunscrita banal, controlada por otro portero, que a su vez recauda fondos espiritistas para otro portero que le maneja los números, estos mismos a su vez, reportan este tipo de partidarios a un portero mas grande, que creo no podría ser designado así, seguramente este es un cancerbero, si sin lugar a dudas, se llama de esta forma al que se encarga de proteger a estos porteros, se encarga de cuidarlos, protegerlos y lamerles el culo a cuesta dientes para no partirse más la lengua, ya que la tiene tan seca de tanto lubricarles el perineo.
lunes, 17 de enero de 2011
A Los porteros (parte 1)
Porteros de la esclavitud, siempre soslayando los dedos de aquellos que matan sus sueños dentro de unos cuantos paneles de ladrillo y arcilla (en el mejor de los casos) envuelta de lineamientos, papeles, procesos, formalidades de operaciones y banalidades de la vida, como lo puede ser un chiste de pepito. Esos mismos porteros son los que se encuentran a la vista hoy en día, suelen ponerse nombres más pulcros, hoscos, como marqueses de cabildos, que incitan a los hombres, mitigándolos dentro de un espacio laboral donde podrán desarrollar competencias, ¿competencias?, ¿Les llaman así ahora?, a una bola de pelotudeces que son características personales que ni siquiera el pobre esclavo sabe que posee…
miércoles, 12 de enero de 2011
Permanezco
Centenares de días, decenas de minutos,
Te de Sal
Divido el coral, hasta que parezca un telar,
para recostarme en la arena, con tu cuerpo sobre el mar
flotando en esa nube efímera con sabor a sal,
disfrutando esa hamaca con aroma a te,
reventando las esquinas con cada vaivén,
aguantando tus caderas con la ayuda de mis pies
devorándote la boca con tudor y miel;
es así como me bebo este te,
con arena en las uñas y los ojos puestos en la cal
esperando traspasar la línea,
de un “te amo” al “no está mal”.