Dos son los meses de apartamiento y de solidificación de una neurosis en procesos de ser desechada como los caballos hacen con su heces; dos son las dicotomías expresadas en el alma superflua de un mortal que ha dejado de tener fe para sentirse inmerso en la probabilidad espiritual de la vida, dos han sido las veces en que uno ha fallado en la santa devoción de los axiomas circunscritos de la vida de una persona, dos las semanas necesarias para desencadenar una propuesta que se pensaba muy improbable de incurrir por el momento, dos han sido así dos vidas las destacadas en tan verosímil ecuación que tiene por respuesta dos mezquinos signos de interrogación y dos largos años en los que se trabajo por resolver el problema matemático del cual, seguimos obteniendo la misma respuesta, dos años en los que la fusión de enigmáticas intimidades han parecido ser tan insignificantes como la estela que deja la vía láctea al ser absorbida por un hoyo negro.
Me compadezco de me inverosímil estado de fatuidad y de incomprensión emocional, como si planteara una antítesis de “anti inteligencia emocional” de David Goleman, como si quisiera desperdiciar el aprendizaje social Eriksoniano solo por no querer encajar en una simple clasificación.
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